viernes, 12 de julio de 2013

La última página de mi diario


Querido blog:

Llevamos casi 5 años juntos. Cinco años, aunque no pueda paracerlo es mucho tiempo, más aún cuando en el momento que empiezas a escribir apenas tienes 13 años. Cinco años dan para mucho, y tú lo sabes. Hemos vivido muchas cosas el uno con el otro, y has sido mi apoyo y mi guardián tanto en las buenas como en las malas, ayudándome siempre a madurar. Estoy muy orgulloso de haber llegado hasta aquí contigo. Y me da pena haberte tenido abandonado estos últimos meses, te ruego que aceptes mis más sinceras disculpas.
Últimamente he decidido guardar esa parte de mis pensamientos para mí mismo, aunque suene egoísta y no queriendo sonar desagradecido. He tomado la decisión de dejar de centrar la mayor parte de apoyo en ti y en mí y contar con otros pilares, a priori, más sólidos. Después de todo eso es lo que siempre hemos buscado ¿no?. Poder apoyarnos en alguien sin tener miedo a caer, con la confianza de que sabremos afrontar lo que venga en caso de caída. Ha sido duro llegar hasta aquí, tú lo sabes mejor que yo, pero este año lo hemos conseguido. Por primera vez, en estos veloces y disipadores 18 años de existencia, la felicidad ha llegado a ser una forma de vida y no un estado anímico. No podrías hacerte una idea del mundo que hay ahí fuera. No se trata de ese mundo que siempre habíamos creído, ese mundo que nos hacía ser malas personas. Un mundo dominado por la represión, un mundo podrido y que nos condena siempre al fracaso, lleno de egoísmo e hipocresía, no. Me he dado cuenta de que siempre estuvimos profundamente equivocados, era ese miedo a vivir el que nos había estado cegando durante todo este tiempo. Créeme que el mundo nunca ha sido tan oscuro como siempre lo hemos pintado. Este sitio no es lugar perfecto, pero precisa en su medida una dosis de entendimiento que le haga ser capaz de mostrar su verdadera belleza. ¡La belleza de este mundo! ¿No puedes entenderlo?. Creo que por fin entiendo al mundo. Por fin puedo levantarme y comprender por qué las personas actúan del modo que actúan, por qué ese miedo las mantiene ciegas y cual es la razón por la que cada uno ocupa su lugar correspondiente. Lo veo claro, nunca había estado tan seguro de algo.
Creo que esta enorme felicidad ha logrado abrirme los ojos. Es cierto que de los errores aprendemos, pero lo que podemos esperar de los aciertos no es menos.
Hace 5 años que escribí mi primera entrada en esta página. Puedo recordar que era una entrada que denunciaba cruelmente la hipocresía de las personas y elogiaba a aquella gente que, bienaventurada, conseguía penetrar en los corazones de los más desvalidos y faltos de apoyo. Aquel niño indefenso de 13 años, inexperto, inmaduro. golpeado por su infantil vida y sus falsos sentimientos amorosos, encerrado en sus deprimentes canciones, en realidad, nunca creyó en esa clase de personas. Nunca creyó que fuera capaz de encontrar un entorno en el que sentirse perfectamente feliz, aquello no era más que una ilusión que apenas sus dedos podían rozar. Sin apenas darse cuenta, aquel muchacho se ha convertido en otro no menos inmaduro que ha aprendido, con trabajo y esfuerzo, a amar su vida. Ha aprendido a ser uno más, a adaptarse a la multitud siendo, a la vez, diferente al resto. A dar un enfoque optimista a esta realidad que, con todos su defectos, nos ha sido dada.
A decir verdad, a pesar de todo el tiempo pasado, aquel chico sigue sintiendose un niño pequeño, tal vez con algo más de experiencia, que aspira a convertirse en un gran adulto. Yo confio en que lo consiga, pues este niño al fin, ha conseguido curarse.
Después de todo lo que hemos pasado, por fin, he llegado al final del túnel. Al final de mi trazada.
Claro que me apena dejar de desahogarme aquí pero creo que, por ahora, es lo mejor. Quiero darle otro enfoque a esto, ¿sabes?. Quiero hacer algo que siempre he querido hacer y que rara vez me he sentido capaz de probar. Quiero crear historias, contar relatos que yo pueda inventar y dejar a un lado las mustias entradas que sólo entendemos tú y yo, todo con tu ayuda claro, eres un gran público. Si quiero hacerme un hueco en este lugar que llamamos mundo tenemos que crear cosas, no podemos quedarnos quietos y hacer lo que todo el mundo piensa que vamos a hacer. Necesitamos volcarnos en algo que se nos dé francamente bien y explotar esa capacidad.
De esta forma, y con todos los aspectos de mi vida pretendería hacer lo mismo. Es posible que esto sea una declaración. Aquel muchacho quiere abandonar esta etapa de su vida. Ansía volver a encontrar esa moticación que le ha hecho sentir tan feliz alguna vez. Ansía madurar y romper barreras, accionar esa voluntad de poder. Es lo que dictamina su existencia

No me estoy despidiendo de ti en absoluto, es sólo que tantos recuerdos merecen estar mejor guardados en otro lugar. ¿Sabes? Creo fielmente que esta es la manera de conseguir la felicidad, ¿tú no lo crees?. Si ha funcionado una vez, ¿por qué no iba a volver a funcionar?. Descubrir "el porqué de mi existencia" sé que está próximo y cuando encuentre la respuesta te prometo que serás el primero en saberlo. Es la hora de dar una vuelta a la página. Tenemos mucho por ganar y casi nada que perder. 

No quiero ser nada más que lo que estado intentando ser últimamente.


jueves, 28 de marzo de 2013

Sinrazón


Hace unas semanas que me cuesta dormir, hay algo en mi cabeza que no deja lugar al descanso y hace que me despierte en mitad de la noche desorientado. He pensado sobre ello, no es insomnio, no es sonambulismo, no es ninguna enfermadad del sueño, ni nervios, ni factores sorpresa. Siento que, últimamente, los días pasan tan sumamente rápido que mi organismo apenas tiene lugar para entrar en fase REM. Me hace sentir cansado y desanimado, no deja de ser extraño la cantidad de advertencias producidas por mi subconsciente en los últimos días. No sé que quiere de mí.
Tuve un sueño hace poco que consiguió que me estremeciera, pues nunca antes hube soñado algo así; con tal realismo y perspectiva que al despertarme pude recordarlo todo con claridad.
Mi sueño transcurría durante un día de invierno, otoño quizás, era un día oscuro en el que pequeñas gotas de lluvia se dejaban descender de las nubes, casi invisibles. La llovizna caía sobre un enorme jardín, cubierto de húmedo césped, que limitaba con la autopista. No había allí nadie más que mi familia y yo. Mi padre y mi madre acudían a recoger las frutas que daban los árboles de aquel paisaje, los cuales limitaban con la carretera, mientras mi hermano y yo jugueteábamos en la explanada.
En un momento mi madre, encolerizada, se aproximó hacia mí, y me empujó. Nada dejó de extrañarme ni un momento, ella parecía enfadada, y continuó agrediéndome. Me gritaba, me maldecía, y mi hermano lloraba ante la escena. Mi padre hizo lo mismo que ella, y entonces me ví obligado a huir de ese lugar, oyendo gritos a mis espaldas. No conocía el motivo de dicha reacción pero eso no sería lo más extraño ni lo más cruel que viviría allí. Corrí, y corrí, y caminé y en un instante caí al suelo, la lluvia había empezado a caer con mas fuerza y mas frecuencia, y mis vaqueros estaban llenos de barro.
Encontré un lugar en el que resguardarme de la lluvia. Unos profundos y oscuros túneles, altos, con grafittis en sus pareces, inundados completamente por el agua, de tal forma que era imposible cruzar de un lado a otro sin empaparse por completo. El número de coches, que a lo lejos, circulaba por la autovía había aumentado, y parecían más veloces y más furiosos. Ya a salvo de la lluvia, a las orillas del conducto, me pregunté que sería de mí, si conseguiría seguir con vida alejado de mi familia, o si de verdad ellos merecían que yo volviese, cómo alguien sin recursos podría seguir adelante, sin nada ni nadie en este mundo. Sin querer evitarlo la tristeza me invadió.
Y me dí cuenta de algo. Alguien me estaba siguiendo, había estado conmigo desde que había salido del jardín, desde que había empezado a llover con fuerza, y no parecía tener la intención de dejar de hacerlo. Lo ví, era alguien robusto, grande, vestido enteramente de negro y encapuchado. No era nadie a quién conocía, pero sin saberlo, lo supe. Recuerdo que lo pensé: "es la muerte y me acompaña". Y tenía poca similitud con el prototipo de la muerte con túnica y guadaña, era diferente. Vestía ropa moderna, vaqueros y una sudadera. La sombra de la capucha era tan oscura que no permitía ver nada de su cara. La figura no dijo ni una palabra, sólo estuvo ahí. Yo no le presté demasiada atención.
Mientras me giraba ocurrió algo. Sin quererlo empecé a escupir barro, de mi boca salía un barro oscuro que manchaba el suelo. El barro no era líquido ni uniforme, no era como el barro que había ensuciado mis pantalones. Era espeso, pegajoso y horrible. Aquello me enloquecía, me hacía sentir vacío y me hacía sentir enfermo. Es cuando me encontré una hilera de personajes sentados en taburetes, que contemplaban la lluvia caer. Eran muchos, pero recuerdo que sólo posé mi atención en dos de ellos, los que se sentaban más cerca de mí. El primero era un esqueleto, una figura huesuda y desnuda, con una expresión en su faz del todo imperceptible. El personaje, con sus extremidades como hechas de carbón, sostenía un cartel que me mostraba con vehemencia, parecía tener un especial interés en transmitirme el mensaje, el cartel decía: "Reacciona". La segunda figura era la de una persona mayor, una anciana que yo jamás había visto, aunque ciertamente sus rasgos me parecieran familiares. La mujer era corpulenta, tenía el pelo corto y canoso, y llevaba un jersey naranja. Aquella persona se mostraba seria e inmóvil, sin amago de moverse un ápice. De repente, me miró y tras unos segundos de silencio dijo algo, me preguntó algo, una pregunta que sonó tan insólita como rebeladora:
 "¿Por qué lloran los ojos?"
Y lo escuché y lo pensé. No lo sé. "¿Por qué?" Todos los individuos que se localizaban debajo del puente comenzaron a corear a la vieja. Todos y cada uno pronunciaban la misma pregunta.
"¿Por qué lloran los ojos?"
Entonces empecé a escupir más barro, con más fuerza, con más abundancia. Me sentí mal, impotente, angustiado, asustado. El barro manchaba mi ropa y manchaba el suelo. Incluso me costaba encontrar mis propias manos, ni sentía mi cuerpo. No tenía lugar para pensar pues mi boca no dejaba de gargajear, no sabía que hacer y sólo esa pregunta retumbaba en mi cabeza.
"¿Por qué lloran los ojos?"
Lo peor de todo, es que yo lo sabía. Aún sabiendo lo que ellos querian oír y aún cuando mis lágrimas habían dejado de caer, continuaba sin articular palabra. Me daba miedo la respuesta, me daba miedo saber que pasaría después. No supe despertarme y gesticulé en voz muy alta la respuesta: 

"Por la razón" 

"Los ojos lloraban por la razón."

sábado, 16 de febrero de 2013

En mis restos

Devuélveme a quién yo solía ser.

¿No te pasa a ti también? Cuando algo no va bien siento un escalofrío. No es un escalofrío normal como el que produce tu cuerpo para mantenerse caliente, ni el que ocurre cuando un objeto desconocido roza tu espalda desnuda. Es como si perdieras presión en la cabina, como si te separan por una milésima de segundo del mundo real, como si alguien te susurrara que tuvieras un cuidado especial, que midieras tus palabras, tus actos, y que pasara lo que pasara, meditaras acerca de ello. Y últimamente esto me ocurre con frecuencia, puede acontecer mientras leo una carta, escucho una conversación o empiezo a reproducir una canción. Puedes llamarlo sexto sentido o sentido arácnido, pero el hecho es que, está ahí. Y me cuestiono si sólo me ocurre a mí o también es común a todos los demás. 
La necesidad de tenerme en sobre aviso se me hace, lo menos, extraña. ¿Sería posible que pudiera existir alguna fuerza o alguna especie de genio que quisiera simplemente protegerme? ¿Es eso lo que siento?. Nada más es necesario que mantenerme en una situación de tensión para comprobar que lo que digo no es ninguna estupidez. Mantener las cosas en silencio se me ha hecho duro en los últimos días, que me haya encontrado algo fuera de lugar tratando de mantenerme en mi línea. Pero algunos lo han notado, en especial, yo mismo, el cual quiere dejar libre ese silencio aunque sólo sea por unos minutos. Pero son esas sacudidas las que me lo impiden.
No es que deje de hacer cosas por las advertencias, sin embargo hace que todo se me haga muy relativo. Cada vez que lo siento, hace que gire la cabeza y mire a mi alrededor, como tratando de encontrar algo que le encuentre el sentido, y casi siempre creo encontrarlo; creo ver el problema ahí, mirándome fijamente, riéndose de mi situación, tan triste como paradójica. 
Tengo miedo de que los escalofríos puedan afectar a la forma de controlar mis sentimientos. Que me hagan sentir cosas que en realidad no siento, como sentirme desgraciado cuando en realidad soy inmensamente feliz. Que me hagan no sentir afecto por alguien cuando en realidad sí que lo siento. Pero, ¿por que necesito oponerme a esas advertencias?. Suponiendo que todo sea cierto, y que nada sea una invención mía, si ocurre debe ser por algún motivo lógico, pero ¿y si sin quererlo me estoy engañando, como tantas veces ha ocurrido? ¿Como vas a conocer la verdad si eres tú mismo el que te la oculta?. Después de masticar el problema durante los segundos suficientes creo que encontré que es lo que produce mi sensación. Fue justo después de darme cuenta que mi problema se extendía más allá de mis sueños, en los cuales lo vi con claridad, en mis restos, en lo que a día de hoy queda de mí, de lo que yo era. No estaba completamente loco.

Mi subconsciente sabe cosas que yo no sé, y yo sólo sé lo que sé.

Ese es el dilema: mi subconsciente hace que el amor se me haga tan relativo, hace que no sea capaz de tener fé en las personas de mi alrededor, que dude de mis actos y que me pregunte si ser yo es hacer lo correcto. Que, triste y apenadamente, me haga dudar si después de todo, te he encontrado o no. No quiero ser yo el único que entiende que estoy dudando de mí mismo. Alguien me avisa de que las cosas van mal, pero nunca sé cuando marchan perfectamente bien, y quizá sea porque nunca lo hacen.

Seguro que a ti también te pasa.

lunes, 24 de diciembre de 2012

A Trompicones


"No hay lamentos para carreteras inexploradas, no hay lamentos para los caminos que dejamos abandonados. Porque más allá de cada orilla existe un largo y cegador final. Ese es el peor tipo de dolor que conozco."

Ésta será mi última entrada de éste gran año 2012, y dadas las circunstancias que acontecen a mi alrededor, al calor de una chimenea y en una noche como la que va a ser hoy, escribiré esto dando constancia de ser el muchacho más feliz del mundo, y deseando que todas esas almas perdidas un día también sean tan dichosos como yo.
Es una profunda desilusión volver la cabeza y, por un momento, no sentirse orgulloso de la propia vida. Nadie debería arrepentirse de lo que ha vivido, nadie debería arrepentirse de no haber elegido bien quién es, y nada debería hacer que nadie dejara de creer en sí mismo. ¿Qué nos queda sino? Cuando perdemos nuestra confianza nos convertimos en seres realmente vulnerables, aquí es cuando nuestro ser comienza a dudar. Es inevitable empezar a hacerse preguntas; ¿es realmente éste el camino que debo seguir para alcanzar la felicidad? ¿Cuál es la manera de encontrar las respuestas a mis cuestiones? Pienso que sería sumamente sencillo si alguien pudiera ayudar, no, que pudiera dar el trabajo ya hecho: "ésto es lo mejor para ti, así que hazlo". No es tan fácil tomar decisiones y cada vez encaja menos la idea de la existencia de gente en una situación peor. Los que ansiarían tener una vida como la nuestra si fueran conscientes de su existencia, estoy bastante seguro de que ellos aspirarían a mucho menos, y sin saberlo, a mucho más; pero sólo lo más débiles creen que no pueden hacer lo que realmente desean. Siempre has estado sometido a causa del descontento de tus acciones, pero, ¿de verdad crees que éste es tu destino? ¿vas a estar lamentándote por no conseguir tus objetivos?. Eres tú la que siempre ha creído que le tocaba algo menos de lo que de verdad merecía, sin importar cuantos logros hubieras alcanzado, la mayoría invisibles a tus ojos.
Todas las respuestas están siempre en ti, y es irónico que, a la vez, lo estén en otra persona; según puedo observar, todo el mundo sigue a pies juntillas eso de "la media naranja". Si miras un tiempo atrás podrás darte cuenta de cuántas almas dejaste en el camino, y lo felices que en su momento te hicieron. Consiguieron sacar lo mejor de ti, y, en el instante en que terminaron su cometido, desaparecieron. ¿Qué hubiera pasado si jamás les hubieras conocido? Si vuestras miradas jamás se hubieran cruzado, ¿seguirías siendo tú, o serías otra persona completamente distinta? ¿Y si así fuera, serías una persona mejor o peor?. No dejamos de preguntarnos cómo las personas consiguen entrar en nuestra vida en tan poco tiempo y, lo hacen de una manera tan potente que incluso da miedo; serán cosas de las juventud, pienso. Pues son ellos los que entran sin llamar y a trompicones pueden conseguir hacer de un momento, una maravilla para recordar; de un año, el mejor de tu corta e inexperta vida. Despierta.
Deja de preguntarte por un momento cuánto necesitas tener a alguien con quien compartir tu vida en estos momentos, deja de pensar la manera en la que otra persona puede configurarte. Tú eres la única, tú eres el qué da sentido a la vida de los demás, y cuando dentro de mucho tiempo mires atrás y te dé por recordar, de darás cuenta de ello. Y cuando encuentres a ese alguien se hará más evidente. Es algo que todos deberíamos tener presente hoy.
Ven y cuéntame cual es tu historia, cuales fueron esos caminos que no elegiste porque pensabas que no eran lo correcto, o porque simplemente ni siquiera sabías que estaban ahí. Cuántas elecciones encontraste y diste por válidas para condenar a alguien al exilio, cuéntame que es, de todas tus acciones, lo que realmente ha desencadenado tu felicidad más profunda. Ven y recuerda las cosas que intentaste cuando tu vida apuntaba a lo más alto, aunque necesites un poco más de ti esta vez. ¿Sabes? Quizá todo no sea tan horrible como siempre has pensado, quizá siempre hayas estado ciego, y hayas renunciado a quitarte la venda. Recuerda, aprende, que cualquier acción tiene una repercusión buena y varias malas; que nunca nada sale como lo planeado y que el amor, la felicidad y el mayor de los deseos llegará, cuando sea el momento, cuando el destino crea que es momento; mientras tanto no dejes de pensar en ti mismo y en los que te rodean. Porque después de todo, sigues siendo tú. Única y especial, y el universo y el destino te siguen queriendo aquí, viviendo.

Hoy, pérmiteme darte un consejo: arréglate, quiérete más, y atrévete a creer que eres alguien especial.

Feliz Navidad.



jueves, 1 de noviembre de 2012

Ego

-¿Sabes? Pocas personas existen, a mi juicio, que sean lo suficientemente sabias como para creer que lo son. Si alguien fuera inteligente, sería un desperdicio, que por modestia, no creyese serlo, ya que eso le impediría gozar plenamente de esas facultades. Yo sé que muchos calificarían a este individuo como alguien egocéntrico, presuntuoso y ensimismado en sus ideas, que no permite que otra realidad sea válida, a menos que comparta un hilo de razón con su ideología. Al contrario, yo lo admiraría, ser capaz de estar seguro de sus ideales hasta tal punto de que fueran tan ciertos como la realidad.
La realidad puede ser relativa, de hecho, es relativa, diferente para cada uno. Cada pensamiento en cada mente condiciona una concepción de la realidad distinta, algunas visiones basadas en la experiencia, otras producidas por el azar.
Un pensamiento en un momento produce un recuerdo que da lugar a una experiencia.
La experiencia es lo que nos muestra el camino para conseguir la ansiada felicidad. Estoy bastante seguro que ese individuo antes mencionado conocería el método para encontrarla. Y si por un casual llegara al final del camino y no encontrara nada, no le quedaría más opción que volver a intentarlo, explorar todas las maneras posibles, para hallar una respuesta que le satisfazga.
Supongo que después de todo, esa sería la trayectoria de su vida, y de la de todos. Encontrar su camino y conseguir lo que de verdad necesita, algo que le motive y le haga sentir bien, que le haga sentir que no necesita nada más.
Lo primero que sería necesario para llevar a cabo el cometido sería conocer el objetivo de esa historia, y a partir de ahí trazar la línea que tus pasos deben seguir, hasta el final del camino. Y bueno, todos saben que la teoría es bastante sencilla, pero se hace duro a medida que vas avanzando. Pero aún así nunca nadie se cansa de intentarlo, porque si fracasas no te queda más opción que volverte a levantar.
Sospecho que ese aquel al que acusan de presuntuoso ha sido alguien que ha sabido levantarse cuántas veces ha caído y que sabe que todavía le quedan algunas veces por resbalar, y espera ansioso a que eso ocurra.
Y sí, cada vez que consigas reconocer un error, mantener la calma, sabrás como volver arriba. Cuando notas que empiezas a perder las cosas que más deseas o a ganar las que más ansías, por tu imprudencia o por tu esfuerzo, respectivamente, descubrirás que no cuesta tanto levantarse de la caída, ya que la experiencia y el dolor, es lo que nos hace fuertes.
Recordar una situaciones, una canción o a una persona, puede hacer que nos acordemos de porque somos como somos.
Yo sé que él rememora constantemente todos y cada uno de los momentos de su vida que le hicieron ser como es. Cada detalle y cuál era su mirada en ese momento.
Cada vez que fracasó y cada vez que triunfó.

-Lo recordaré.

jueves, 13 de septiembre de 2012

El tiempo y el olvido

Cuando hablabas de tus historias siempre pensaba que, de verdad, tu vida había estado llena de momentos felices y ocurrentes. Nunca me contaste ninguna historia triste ni nada que pudiera hacerme pensar que habías sido un desdichado, supongo que es eso lo que me atraía de esos cuentos, la energía con la que te dedicabas a contarlos y la sonrisa que los acompañaba. Nadie pedía una explicación pero porque simplemente no la necesitaban. Y a pesar de tu edad me da la sensación de que siempre has conservado esa energía y esa actitud jubilosa por mucho tiempo que hubiera pasado. Y es el tiempo en realidad lo que consigue cambiar a una persona, es curioso que yo te vea de una forma con la que seguramente poco tenías que ver hace ya algunos años, y me conmueve el saber que yo cambiaré de manera similar. Y todos los demás también lo harán. ¿Me entiendes? Quiero decir, es inevitable, no volveré nunca más a ser quién soy ahora mismo, la persona que está escribiendo esto. Ninguno volveremos a ser quién somos en este preciso momento, y no tengo muy claro si eso es bueno o malo. Sé que cambiaría muchas cosas de mí mismo, pero aún así me siento dichoso de ser quién soy y de estar dónde estoy, ahora mismo tan sólo podría moverme la avaricia o el afán por hacer el bien.
Soy joven y siento que son demasiadas emociones, y muchos problemas en poco tiempo, tan poco que apenas puedo concebirlo. Estoy seguro de que el futuro me depara muchas tragedias y tal vez más fortuna de la que podría imaginar, sin embargo ¿me compensa seguir creciendo? Estoy seguro de que tú pasaste por esto mismo hace tiempo ya, aunque no sé si te lo plantearías del mismo modo, me gustaría haber tenido la ocasión de preguntártelo. Creo que resulta en vano cuestionarme el tema, al final es imposible detener el tiempo para meditarlo con la tranquilidad suficiente.
Pienso que al fin y al cabo lo que en realidad me preocupa es no para de crecer, vuelta a los recuerdos difíciles de olvidar, y siempre con el miedo de que alguna vez lo hagan. ¿Entiendes lo que pretendo decirte? No quiero olvidar a esas personas, no quiero que pasen a ser recuerdos olvidados o ni siquiera eso, porque me veo en ellas, una parte de mí son ellos ¿Cuántas personas dejaste atrás a lo largo de toda tu vida? Sé que si el olvido acompañara al tiempo en su travesía por mi espíritu me sentiría vacío por un tiempo, y que sólo otros individuos con las misma relaciones podría llenarme de manera parecida. Siempre necesitaré a alguien a mi lado que consiga sacarme de la miseria cuando sufra, que consiga arrebatarme el orgullo cuando éste esté en lo más alto, y que pueda marcar un sentido a mi día a día. Estoy seguro de ello.
Siempre he creído que todos estamos destinados a llegar a alguna parte, y mi parte en esta historia es indagar e investigar una forma de hacer felices y bienaventuradas a una serie de personas que lo merecen, que siento que tienen algo que ver con mi historia. Historias que de seguro también contaré a mis nietos, quiero ser alguien en la vida de esa gente, quiero que me recuerden como yo les recordaré a ellos, y estoy seguro de que así conseguiré encontrarle significado al paso incesante del tiempo, y poder, cuando llegue a dónde has llegado tú mirar atrás y poder acordarme de lo afortunado que fuí por ser quién era. Creo que por ahora he ido cumpliendo mi misión con éxito, contigo ya lo hice, al igual que tú cumpliste conmigo, ahora les toca a otros.


Cada vez que te preguntes porqué estás aquí, mírate al espejo, cada una de esas marcas representa un momento que viviste y que te hizo ser tu reflejo hoy por hoy. Nunca dejes de mirarte, y no olvides que tú das sentido a las cicatrices de otros.

martes, 21 de agosto de 2012

Discrepancias


Nunca me ha gustado demasiado el verano, salvo quizá por el descanso, en muchos aspectos, las vacaciones de verano sirven para desconectar después de un largo año de, en mi caso, esfuerzo, y aventuras. Supongo que para otras personas, el periodo estival, solo será otra estación del año. Me he dado cuenta de que el constante tiempo libre mezclado con el calor hace a las personas hostiles, incitandolas a la desesperación, condicionada, como no, por el aburrimiento. Yo mismo lo siento así, es por lo que siempre he preferido el invierno, es una época fría, en la que siempre puedes refugiarte, y es cuando más ocupado estás. Te sientes útil y los demás, aquellos que siempre prefirieron el verano, vienen a buscar tu calor. 
Siempre que opino que el invierno es la mejor estación del año hay gente que discrepa. Sí, consideran una realidad fría y triste, pero supongo que es porque no lo ven desde el punto de vista adecuado, no es que yo piense que mi realidad es la "buena", y no respete las opiniones de los demás, sólo que para mí, es la mejor.
Mucha gente acostumbra a evitar las opiniones ajenas y a imponer las suyas propias como mejores, me doy cuenta cada día. Que simplemente con sus criterios nunca podrán tener una percepción equilibrada en su conjunto.
Hoy es uno de esos días calurosos en los que me paro a pensarlo, ¿han sido los ideales propios los que han conseguido traerme aquí, o ha sido la influencia de otros individuos? ¿Qué es lo que hace que yo mismo prefiera el invierno al verano? ¿Cómo tu criterio sobre el bien y el mal puede coincidir o no con el de otras personas? ¿Es cierto que estamos hechos a partir de otros?
En alguna ocasión pensé, (y sigo pensando), de que es así, de que influimos en las decisiones y manera de opinar de la sociedad. Pero ¿qué hace la sociedad por ti? Aportamos ideales, temas y consuelo. Pero ¿te ofrece algo?
Día a día tratas de superarte, para ser mejor persona, para encajar en una sociedad que te pide que seas una copia de una copia de una copia, imponiendote la razón por la que tarde o temprano caerás en el olvido. 
Ante todo deberías saber que no eres especial, y que tú, como el resto de la gente, estás aquí por un casual, y que cuando mueras y la gente que te conoce muera, nadie te recordará, será como si nunca hubieses estado en el mundo, la idea de hacerse un hueco, para ser recordado eternamente dista un poco lejos de las posibilidades de la mayoría, y es una realidad que cada día que pasa es tiempo que pierdes, para alcanzar esa plenitud. Es triste pensar que estemos configurados de esta manera.
Es por ello que de alguna forma necesitamos conseguir esa liberación, que nos haga libres, ser independientes de un medio que te impone unos criterios y te habla de que el verano es la mejor estación del año. Porque el mundo jamás girará a tu alrededor, porque si te detienes a contemplarlo y a ponerle cara de asco al planeta, nunca conseguirás ese atisbo de felicidad, que después de todo culmina en nuestra meta. 
Cumplir tus sueños es la única forma.



lunes, 2 de julio de 2012

El ser humano









Supongo que a pesar de la perfección con la que fue creado el ser humano, éste mismo sigue sin ser perfecto en su totalidad. Se trata de una máquina, cuyos intricados mecanismos nunca dejan de funcionar, el corazón, el cerebro, los músculos... Todas las partes del ser humano están conectadas para conseguir un objetivo común. Hay quienes dicen que el mismo cuerpo, está vinculado a una parte oculta, una parte que no se puede ver, oír, ni tocar; que suelen llamar el alma. Según dicen, el alma nos permite sentir, dolor, frustración, pena, alegría, júbilo o placer; es el factor que hace que el cuerpo consiga cobrar vida, algo místico y un tanto espiritual.

Siempre he creído que debía de existir algo más, algo que consiguiera configurar el alma con el cuerpo en su perfección, ese lazo de unión que hacía especiales a las personas. Sería algo intangible, y por supuesto, muy difícil de romper, algo que condicionara la existencia. Existía una posibilidad de que fueran las mismas personas, sus relaciones y afectos; o tal vez, en última instancia el dolor que éstas sufría por sus semejantes.
Pero fuera de la manera que fuere, de una forma u otra, configuraba el modo de actuar, pensar y sentir de cada individuo. Y cuando este lazo intentaba romperse nos cuestionábamos sobre el porqué de nuestra existencia, el porqué de esa unión, y de cuales habían sido los sucesos que nos habían guiado extrañamente hasta este punto. 
Sin mirar atrás siempre hemos encontrado la forma de restaurar esa fusión que más de una vez ha intentado quebrarse, y que han intentado romper. En algún momento hemos pensado que si lo hiciera, que si nuestro alma se desprendiera, no nos importaría para nada, que a pesar de todo, sería inútil poder enmendar un gran error o curar una profunda herida; que esa cicatriz para siempre formaría parte de nuestra vida.
Las historias, el pasado, el presente, y las acciones futuras siempre condicionan el lazo que une el alma al cuerpo, haciéndonos perder la razón y en ocasiones confundiéndonos hasta el punto de no saber quienes somos en realidad, dándonos paso así a esa locura que nos hace descubrir más de un secreto de uno mismo. Cuando creemos rendirnos, o cuando nos cuestionamos si estamos cometiendo un error, esa unión se refuerza, se hace más fuerte; nos hace algo más responsables, más maduros y mejores personas en todos los aspectos de nuestra vida.
Curar las heridas, reflexionar sobre el pasado, saber elegir, siempre nos ayudará a mantener al corazón y al cerebro en su lugar unidos por ese hilo, sin que en ningún momento tengamos el riesgo de perderlos. 


Perpetuamente he pensado que la parte que hace diferentes a los seres humanos no es el cuerpo, ni siquiera el alma, sino el lazo que une a ambos, y la manera en la que cada uno lo utilice.







domingo, 29 de abril de 2012

Parte de mí

Parece existir una relación directa entre los pensamientos que deambulan sobre mi cabeza y el clima que hoy se manifiesta fuera de ella. Es cómo si siempre alguien estuviera tratando de engañarme y hacerme creer que esas sensaciones, ciertamente no son reales, como si aquello de lo que verdaderamente estuviera seguro se fuera diluyendo y desapareciendo como un dibujo bajo la lluvia o como una sombra en la oscuridad. Sé que si de una persona se tratase, y yo lo descubriera, sin duda, haría que se hiciese justicia, aunque esa idea queda muy lejos de lo que mi mente a día de hoy sabe, que todo es un flujo continuo de casualidades y de decisiones encadenadas que dan lugar a la naturaleza y comportamiento de cada individuo, cumplimentando así el engaño, y dando lugar a la confusión. Y varias veces creo que no es de esta manera, dado que en contadas ocasiones merecería la pena darse la vuelta para dejar de buscar de una vez ese algo que lo empuja todo, y tal vez de esa manera supiera salir y podría esquivar cualquier falsedad, sin causarme el menor dolor.
Llenando una copa con la marea del mar, para luego derramarla en un océano de escombros; la mayor parte de mi vida, mis intentos se han deshecho de un modo parecido a la sutil metáfora, empezando con una ilusión palpable, para luego desperdiciarla de un modo del que no se obtiene beneficio alguno, porque es lógico que cuando  intentes conseguir tu objetivo, no todo el mundo esté de acuerdo, y traten por todos los medios impedírtelo. Es cuando veo que todo y todos están condicionados por el miedo, por la angustia y la vergüenza de volver a cometer errores, esos mismos que nos hacen personas, y esos mismos que de algún modo logran causar ese sufrimiento que los creó. 
Y nadando en el humo de un puente quemado, cobijándome bajo cualquier árbol, contemplando una rosa, preguntándome cómo volver a conseguir ese aliento que mágicamente consigue hacerme salir a la superficie, al fin consigo descubrir la respuesta, intentando encontrarle el sentido y la explicación a ese cosquilleo dentro de mi cabeza. De nuevo, sin miedo a perder, sé que es otra sombra, o tal vez sea eso que siempre he estado buscando, un soplo de aire que consiga alimentar el alma animal, arrancando desde dentro del propio corazón, esas ganas de vivir. Acertaré quizá, como en el mejor y más profundo de mis sueños, en el que me encontraba perdido, en el que nadie escuchaba, dónde dejé tantos recuerdos como rosas, y tantas lágrimas como dulces, para la persona más especial que nunca encontré. 
Jamás he perdido la esperanza, por muchas condenas que haya sufrido siempre me he mantenido sosegado. Sé que cuando una historia termina, una nueva empieza, y que mantener la confianza ayuda a seguir adelante, sin importar cuantas veces uno vea el final. Aunque se tenga la certeza de que de algún modo todo se consumirá, siempre quedará un pequeño hueco, un rincón en el que podemos encontrarnos a nosotros mismos, felices, disfrutando de una vida que merecemos, y que deseamos, junto a esa persona, olvidando todo lo demás y buscando para sí lo que realmente importa. 


Y cuando los deseos y las esperanzas que se conservan en ese rincón, para la eternidad, consigan salir a la luz no encontraremos ningún otro motivo para sentir ese vacío en nuestro interior, porque sabremos que hemos triunfado. A pesar de que todo, carezca de sentido.

lunes, 23 de abril de 2012

No viviremos para siempre

Quizá no exista, quizá ya me da igual. Un barco sin vela, un mar sin agua, orilla sin final. Comparten el símil de una vida, llena de recuerdos, algunos alcanzando a herir, muy profundamente, para asegurarse de que jamás sean olvidados. Memorias que desean en un futuro ser recordadas y tal vez escritas de la misma forma que una vez fueron grabadas en nuestras mentes, a fuego, como si de un importante libro se tratase. Porque es sólo cuando me paro a pensar cuando me doy cuenta de que todas estas cosas que hemos vivido siempre configurarán una parte de nuestra personalidad, y de nuestra propia existencia, condicionando, como siempre, la de los demás.
Siendo objetivo, éste viaje creo que lo recordaré toda mi vida, no por lo bueno o por lo malo que haya sido, quizá simplemente porque ha sido de esta forma. Y bueno, la gente viene y la gente se va, y las relaciones se mueren y las relaciones nacen, después de todo creo que eso es lo bonito de la vida, porque siempre encontraremos a personas con las que relacionarnos de una manera u otra, y que luego serán recordadas simplemente por la cicatriz que hayan dejado en nuestro interior. Y a medida que pasa el tiempo no hacemos más que hacernos preguntas sobre el porqué de las cosas, de los sentimientos, de los sacrificios, de las decisiones, preguntas a las que no encontramos ningún tipo de respuesta, pero que con el tiempo irán tomando forma de la manera que consigan satisfacernos y hacernos encontrarle un poco más de sentido a esto que llamamos vida.
Como la avaricia, la soberbia y los delirios de venganza que siempre intentan de que la vida más feliz se convierta en la más despreciable que hayamos conocido, pudriéndose en su interior, ardiendo con ira hasta el fin de su tiempo. Rompiendo los hábitos esta noche, sin encontrar un motivo por el que seguir adelante.
Corazones rotos, que el mar se llevará y quedarán sepultados en otro que sea más fuerte que ellos, para no volver a recibir ese dolor jamás, o esperanzas que se crean y que con suerte consiguen hacerse realidad en los profundos rincones de la propia naturaleza humana. 
Y ninguna entrada le haría justicia a lo que realmente quiero decir, y mucho menos ésta, pero a pesar de todo esta experiencia ha servido para una vez más, darme cuenta de que el destino tiene un plan preparado para los que aún no han perdido la fé, para aquellos que aún piensan que pueden ser algo más que un rostro en la multitud, especiales para alguien, e importantes para sí mismos. Que consiguen mantenerse en pie y que nunca se echaron atrás. 
Porque de todos los grandes viajes se escriben grandes historias, y éste fue un gran viaje.