viernes, 2 de octubre de 2009

Bajo la Lluvia


Abrí los ojos y el techo blanco de la habitación, culminé que abría dormido toda la tarde, aun seguía lloviendo, tan frío y tan sólo. Sólo habían pasado tres días desde el accidente, no estaba en mi mejor momento. Aún me dolían las piernas, al operación de mandíbula no había sido de lo mejor, la verdad, y lo peor era el extraño sentimiento de amargura que me invadía por dentro. Este dolor insoportable. Mirando el techo, angustiado, pensando que hice mal, y porque ocurrió ¿Por qué debía decir adiós?, ahora nada tenía arreglo. Miré hacia mi alrededor, a la izquierda, el borde de la almohada, justo al lado aquella mesita con aquellas flores, las abría traído mamá mientras yo dormía, y la radio en la que sonaba una canción de La Oreja De Van Gogh, ¿Dónde estaba Metallica cuando se le necesitaba? Al menos agradecía que no pusieran esa canción, no quería escucharla, esa canción, anda más. Solté un suspiro, giré mi cabeza a la derecha, mi libro casi terminado estaba entre las sábanas, la pereza y la desgana me invadía por dentro, no sé si sería capaz de continuarlo. Volví a girarme hacia la ventana, deberían ser ya las 7 o las 8. Aun llovía, las gotitas en el cristal de la ventan formaban dibujos curioso y bonitos. Otro suspiro se me escapó y una lágrima resbaló por mi mejilla, la echaba de menos, demasiado. ¡Qué demonios! Con objetivo de apartar aquella sensación de mi cabeza, cogí el libro y lo abrí por el lugar en el que lo dejé: "Capítulo 15: Adiós". Me apetecía sumirme en sus páginas, y dejarme llevar, sentía que nada ni nadie me podría interrumpir. Dejé que mi cabeza se fuera deshaciendo línea a línea, palabra a palabra... poco a poco, imaginando como sería toda la escena con aquella música que procedía de la estantería, esa melodía desgarradora, que sólo al entendía cuando ella le besaba, esas notas tan mágicas y ese alma tan pura... Él estaba sentado en el borde de la cama escuchando aquella música, cuando su deseo de afecto se cumplió, y ella entró en la habitación. Un beso cálido inundó los labios de cada uno, siguiéndose de la pasión, sintiéndose el uno al otro. Se amaban. Era tarde, no debían perder más tiempo, ¡aprisa!. Bajaron al garaje y él se subió ene l asiento del conductor, y la chica en el derecho. Ella sacó un disco y lo introdució en el reproductor del vehículo, en él sonaba la misma melodía que hacía quince minutos, tan genial y tan mágica. Ambos se miraron y esbozaron una sonrisa. El tráfico inundaba la zona, era extraño ver como los coches avanzaban lentamente bajo al lluvia, no era seguro para nada. El tiempo parecía pasar tan lento en aquel momento. Entre tanto miradas y sonrisas, y alguna que otra caricia. Los vehículos descendían por aquel carril, el agua se introducía entre los neumáticos, salpicando. Bajo la lluvia ellos se miraban, nunca más volvería a ocurrir. Divisaban aquel camión que se acercaba velozmente sin control, el chico tocó el claxon varias veces pero eso no impidió que la carrocería del automóvil recibiera aquel impacto, que provocó una vuelta completa del mismo. El chico se incorporó al rato, lo sentía, dolor, tenía las piernas atrapadas, numerosos cristales y gotas de sangre se esparcían por todo su cuerpo, intentó gritar pero solo oía el sonido de la lluvia. Giró su cabeza, no debería ser, aquel cuerpo... bajo la lluvia... ya era demasiado tarde...
No More Angels...

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