Hay veces que en tu vida, debes tomar decisiones, algunas veces estas decisiones hacen daño, pero aún así te queda el ánimo de haber elegido bien. En otras ocasiones desearías haber tomado la decisión equivocada, y otras veces simplemente sientes que deberías haber tomado alguna decisión. De niño, yo creía en Dios, pensaba que era alguien que nos protegía, alguien superior, todo lo que cuentan en catequesis, poco a poco me dí dando cuenta de que él se limitaba a ponerte pruebas para comprobar lo fuerte que eras, para acogerte en su reino, y que los que no eran dignos de esas pruebas los mandaba al infierno. Otros tantos se rendían porque creían que no podían afrontarlas, que no eran capaces, y se quitaban la vida, se suicidaban (muy cobardes, a mi juicio). Ahora tengo la certeza de que Dios no existe ni nos escucha, pero que aún así, la vida sigue poniéndote pruebas, unas más difíciles y otras más sencillas. Llenas de decisiones, y llenas de oportunidades, esperando para ser recordadas. Quiero vivir, sentirme alguien nuevo, quitarme los grilletes, y decir que estoy en equilibrio. Aprovechar todas y cada una de las oportunidades que me ofrezcan. Ayudar al que se encuentre desamparado. Encontrar a alguien que me comprenda, y que sepa quién soy, que me dé lo que necesito. Hacer lo correcto. Mantener la calma y poder respirar. Decir lo que pienso y hacer lo que siento.
Encuéntrame, porque quizás cuando lo hagas seremos felices juntos, y conseguiré lo que deseo, alcanzar mi meta, sentirme útil.
La parte más dura del final es volver a empezar